sábado, 23 de junio de 2007

Día 10 - Cancelado

Al final, ni GMRT, ni Khodad[gaon], ni Narayangaon; y eso que el madrugón me lo he pegado igual. Parece que la única novedad ha sido el fichaje de Henry por parte del Barça.

Como ya había comentado en la última entrada, el plan de hoy era madrugar para pasar el día –y la noche– en el GMRT, 80 km al norte de Pune. Después de uno de los tan comunes "banquetes frutales" que tanto hacemos y, personalmente me encantan –probé dos frutas nuevas: guava y chiku– y de editar una foto de grupo del NCRA, me disponía a volver a mi habitación cerca de la 1am cuando, de repente, el Monzón empezó a escupir más de lo que había visto hacer desde mi llegada. Parecía un episodio bíblico. Bueno, vale, exagero un poco, ¿y qué? Ahora tengo claro que uno no puede fiarse de un soleado amanecer en la India…

No me quedó otro remedio que esperar a que menguara, solo que las 6am –hora de despertar– estaban cada vez más cerca. La guapísima y siempre sonriente Rama, diminutivo de Ramadevi, que se vuelve esta tarde a su ciudad, cerquita de Bangalore, comenzó a repartir uno de sus magníficos tesoros: ¡Chocolate Cadbury con almendras! ¡Y luego con Rice Krispies! Pero qué rico, por el amor de Dios. Luego estuvimos hablando un rato de temas diversos, mientras miraba por la ventana a ver si se calmaba un poco la cosa, pero nada.


Sapo @NCRA
Sapo@NCRA
"Pepe, have you got your camera?", me preguntó Rama al cabo de un rato. "Coño, una frog!", un sapo, mejor dicho sapito, debajo de la mesa. Y es que no sé por dónde diablos entrarán, como no sea por debajo de la(s) puerta(s) –que me extrañaría un rato–… La cuestión es que, de vez en cuando, vienen a hacernos alguna visita brincando de un lado a otro de la sala.

Finalmente, cerca de las 2am, me rajé de tanta espera, pero sobretodo del tiempo de sueño que estaba perdiendo, por lo que me despedí de Rama hasta una próxima vez –pues seguro que la habrá ^^– y Rahul y Dipan –también conocido como The Kid– decidieron volver conmigo, refugiados los tres bajo mi paraguas. Una auténtica odisea. De hecho, no sé ni cómo llegué a salvo después de esos… Hmm… ¿cien? metros hasta la residencia. ¿Cien? metros, la mitad (¿cincuenta?) cuesta arriba, con esos torrentosos barrizales de agua cubriéndome por los tobillos, y los otros dos agarrados uno a cada brazo. No nos matamos de milagro. Y llegué, sí, y lo primero que hice fue frotarme bien pies y piernas con agua y jabón.

Me despierto a las 6h05 y voy directo a la ducha –sí, vale, los cubos de agua– y preparo un poco la mochila para la excursión. Stef llama a mi puerta a y veinte y comenta el temporal de anoche, esperando que ello no supongo ningún problema para el viaje y, básicamente, nuestra estancia allí, en el campo.

En resumidas cuentas, el problema fue que nos encontramos diez personas –unas abarcaban más que otras– metidas –esto… ¿He dicho metidas? Perdón, quise decir embutidas– en un 4x4 a falta de otras dos. Indian management, supongo, pues teniendo en cuenta que hay un jodido autocar de la NCRA únicamente para ir hasta el GMRT, no sé cómo se les ocurre ir tantos y, sobretodo, tan apretados en un solo coche. O eso o que no quisieran que fuéramos, pues al final Stef y yo dijimos que podíamos ir en otro momento, pues nuestro trabajo allí –sacar fotos, básicamente– podía esperar.

Vamos, que al final nos hemos quedado en el campus, un día más. Lo único que esta vez iremos a pasar la tarde a la ciudad. Uy, ahora mismo me comería uno de esos enormes cocos verdosos…

jueves, 21 de junio de 2007

Básicos indios - Saludos y [poco] más

Llevo unos días sin escribir, cierto, pero he andado un pelín volcado en el proyecto. Ahora ya sé que mi trabajo aquí va a consistir en realizar un servidor en línea para permitir realizar propuestas de observaciones con el GMRT, donde, por cierto, voy a estar este fin de semana y espero sacar alguna que otro fotillo del complejo y pueblos de alrededor, como Khodad[gaon] –que no Kodak– o Narayangaon.

Esta mañana ha amanecido bastante bueno, pues es la primera vez en tres días que el Sol se deja ver: El Monzón acechaba los últimos días y parece que ya ha comenzado, aunque suave y algo más tarde de lo habitual, a mostrar su presencia. Cuando empieza a anochecer, hay que tener cierto cuidado con no pisar ningún sapo, pues van de un lado a otro y son un pelín resbaladizos…

De momento voy aprendiendo algunas palabras en hindi, y he decidido dejar algunas, las más básicas, por aquí –así seguro que no se me olvidan o, en caso contrario, poder volver aquí y (re)memorizarlas ;)–. La primera columna corresponde a las palabras en castellano, la segunda a la traducción en hindi (alfabeto Devanagari) y la tercera a la fonética:
  • Hola – नमस्ते o नमस्कार – Namasté o Namaskaar
  • Adiós – अलविदा। – Alveeda
  • Hasta luego – फिर मिलेंगे – Phir milengee
  • Buenos días – सुप्रभात – Suprabhaat
  • Buenas tardes – शुभ संध्या – Shubh sundhiyaa
  • Buenas noches – शुभ रात्री। – Shubh raatri
  • Bien/bueno – अच्छा – Accha
  • Sí – हाँ – Haa
  • No – नहीं – Nahii
  • Por favor – कृपया – Krpayaa
  • Gracias – धन्यवाद – Dhanyavaad
(En caso de ver puntos de interrogación, cajas o símbolos esotéricos en lugar de los caracteres Devanagari, habría que configurar el soporte del navegador.)

domingo, 17 de junio de 2007

Día 5 - Mezcla de sensaciones

Shirdi
Coordenadas: 19'77º, 74'48º – Altitud: 504 m


Llegamos a las cuatro de la mañana, como habíamos previsto, sin haber pegado ojo –unos lo teníamos más previsto que otros–. Nos ponemos en búsqueda de una habitación en alguno de los hoteles junto a la autopista. Son las 4h00 y hay "vida" en la ciudad: Una peluquería abierta y un cliente atendido, familias enteras, madres e hijas, todos ellos yendo de un lado a otro. Gente durmiendo del mismo modo que en la estación, solo que esta vez frente a las puertas de (¿sus?) puestos y locales, en camiones, siempre al borde de la autopista.

Preguntamos en un hotel, "full"; otro, lleno; un tercero, un cuarto, un quinto, … Nada que hacer, todo completo. Decidimos cambiar el sentido de la marcha, en dirección a la estación de donde venimos y la gente se vuelca hacia nosotros, nos ofrecen incluso sus propios baños y duchas para asearnos.

Al final, Abhimanyu, Veeresh y el paleto de Akash se dejan llevar por un tipo que nos lleva a una especie de baños públicos donde nuestros "tres guías" optan por ducharse. Stef y yo tuvimos la grata idea de asearnos justo antes de salir, por lo que nos sentamos frente al local y empiezo a escribir en la libreta. La gente nos mira con curiosidad y, desde los baños, nos fotografían.

La gente deja sus pertenencias en puestos en la calle: Al parecer no está permitido el acceso al templo con "equipaje" del estilo, ni tampoco con cámaras, por lo que los dos extranjeros decidimos esperarles fuera, junto con sus pertenencias.

Mezcla de sentimientos y emociones

Durante las más de dos horas de espera, las emociones que sentimos Stéphane y yo fueron varias y muy distintas, que se vieron ampliadas a lo largo de todo el día, hasta volver al campus.

En un momento nos vimos rodeados por cientos de moscas y un perro y luego otro se acercaron a husmearnos: Se nos anunciaban la angustia y el malestar que íbamos a sentir hasta el regreso de nuestros acompañantes.

Nos observaban de arriba abajo al pasar, girando las cabezas después de adelantarnos. Podíamos escuchar susurros e incomprensibles comentarios que se hacían los unos a los otros. Decenas de niños insisiten en vendernos estatuillas y una suerte de "cromos" de Sai Baba, pulseras, colgantes, … Otros, no tan niños, se vienen directamente con la mano extendida.

Se acercan una niña de unos tres años y un niño un par de años mayor balbucenando algunas palabras. Llevan el pelo muy corto, ella viste con harapos, mientras que él está semidesnudo. Parecen hermanos y juraría que pertenecen a los dálits o intocables, que en el sistema de castas indio, se trata de la más inferior de todas, llegando al punto de, por algunos, ni siquiera ser considerada como tal. Intento no hacerles caso y escribir, incapaz, en la libreta cuando, de repente, ella se agacha y me toca la abarca. La carne se me pone de gallina. Dos veces, tres e incluso cuatro veces. Maldigo el momento. Me avergüenzo por reaccionar escapándome de ellos. Un anciano barbudo decide imitarles. Estoy rodeado. Voy de un lado a otro de la calle peatonal, pero no logro deshacerme de ellos. Me siguen, pegados, balbuceando, rascándose el pelo, las piernas… Una mujer decide probar más suerte reemplazando así al anciano que acaba de desisitir. Me quiero morir… ¡Tierra trágame!

No puedo dejar de simular concentrarme en la libreta. Me siento como un dispensador de jodidas rupias averiado, sin haber soltado ni una sola. Me siento como un cabrón, un hijo de puta sin sentimientos.

Son las 6h44, ya ha amanecido y cada vez son más los voyeurs. Un hombre arrastrándose con los brazos, tendido sobre sus piernas –unos muñones a la altura del muslo– encima de un tablón de madera sobre ruedas. La pareja de niños vuelve a pasar, han recaudado un par de monedas. Un anciano les sigue por detrás, pidiéndoles limosna. Se me pasan mil cosas por la cabeza. No puedo reaccionar.

Sin ningún afán de ateísmo, ni ánimo de ofender a nadie, en caso de que fuera creyente, me preguntaría cómo Dios tiene los cojones de permitir esto. Y eso que llevo cinco días en este país.

Se acerca un grupo hindú, joven y bien vestido:
— Austrialian? English?
— No, Spanish… And he's French.
— Oh, nice.
Y se van sonrientes…

Otro más:
— Stranger, stranger.
— Uhm?
— Stranger, stranger.
— From where? —me pregunta otro.
— Spain…
— Oh, Málaga! —contesta otro más.
— Jaja, Málaga?
— Yes, Málaga bars.
— Nice :D

Se acerca un tercer grupo:
— Hi.
— Hello…
— Which country?
— Spain and him from France.
— Oh, and do you like India?
— We're working in Pune and I really liked what I saw until now :)
— Oh, thank you…
— Well, I'm ???. What's your name?
— Pepe, nice to meet you.
— Nice to meet you, too.
Y nos presentamos con otros tres acompañantes. Tras despedirnos, se les une otro grupo de jóvenes y nos miran sonriendo hasta desaparecer al doblar la esquina del templo de Sai Baba.

Comida hindú
Desayuno
Poco después llegaron, les contamos lo que nos acababa de pasar y fuimos a desayunar a un restaurante "familiar", por llamarlo de una manera.
Baño repugnante
Baño repugnante
Se me ocurrió ir al baño para asearme un poco. Nunca antes vi baño igual: Un habitáculo de apenas metro cuadrado, iluminado únicamente por una bombilla semi-fundida y sin cadena. Hubo una época en que fue de color blanco, pero parecían haber pasado décadas por la cantidad de mierda impregnada en las paredes y el suelo, transitado por media docena de cucarachas. Olor náuseabundo mezcla de heces y orina con la humedad del lugar… Terrible. Al salir, le pregunté a Stef si tenía cojones de ir a sacarle una foto y así lo hizo… Cabe decir, que al ser en blanco y negro y con flash parece bastante más "artístico" de lo repugnante que era en realidad.

Al salir, contratamos un chófer para que nos llevara a Nasik, Trimbakeshwar y pueblos de alrededor.

Nasik - नािसक
Coordenadas: 20'02º, 73'5º – Altitud: 569 m

Durante las dos horas de camino pudimos ver a todo tipo de gente en pueblos que ibamos pasando, mujeres y niñas cargando bolsas y recipientes sobre la cabeza, pastores de cabras y/u ovejas, … Aproveché para dormir un rato, despertándome de vez en cuando con algún que otro cabezazo contra la ventana, pues la carretera no era del todo firme, que digamos.

Ya en Nasik, el chófer aparcó frente al templo de Mukti Dhaam, al que esta vez sí pudimos entrar. Tuvimos que dejar el calzado en un puesto que había en un lateral, bajo la sombra de unos árboles. Una vez en su interior, una campana en la entrada, colgada a dos metros y medio del suelo, que los creyentes tocaba al entrar. Una sala considerablemente grande con, al fondo, detrás de una vitrina, tres series de tres dioses. Tres puertas daban acceso a dos pasillos recorriendo decenas de dioses dispuestos detrás de vitrinas. Todos y cada uno de ellos eran rezados. Al doblar la tercera esquina, un último Dios, detrás de un muro, puesto que las mujeres no tenían derecho a verlo. Al salir, una niña y un niño se acercan con la mano extendida, esta vez para estrecharla, acompañada de una sonrisa y un "Hello! Hello!". Les estreché la mano con un "Hello, good morning!". Y desaparecieron riendo. Recuperamos nuestro calzado y el más joven nos preguntó de dónde éramos y, posteriormente, cómo nos llamábamos, no nos dio tiempo a contestar cuando su padre le dio un tortazo en la cara. Se me abrieron los ojos. Y justo llegó la anterior pareja de niños y ella me pregunta mi nombre:
– Pepe, and yours? –pregunto.
– Ashna!
– You have a beautiful name, Ashna.
Después de darme las gracias fue corriendo, algo ruborizada, a quien parecía ser su madre diciéndole algunas palabras, de las que pude rescatar mi nombre "Peeepee". Debía hacerle gracia :)

Trimbakeshwar

Coordenadas: 17'67º, 75'33º – Altitud: 720 m


Volvimos al coche y casi una hora de viaje hasta Trimbak, un pueblo "cerca" de Nashik, conocida por su templo hindú, Trimbakeshwar. Al bajar, un olor bastante fuerte a heces y orina de cabras, al cual nos acostumbramos en apenas unos segundos. Seguimos un sendero y llegamos a la plaza del pueblo, en el que había decenas de puestos de comida, restaurantes, accesorios, ofrendas para los dioses … y gente que vendía sentada en el suelo.

Trimbakeshwar
Calle de Trimbak
Nos pusimos en la cola de la entrada al templo, la gente nos miraba con caras más cómicas y sonrientes, lo cual me aliviaba considerablemente.
हनुमान्
Templo de Hanumaan,
Trimbak
Al descalzarnos para entrar, un cartel prohibía la entrada a toda persona no hindú, por lo que Stéphane y yo fuimos a curiosear por los puestos, esperando a que salieran. Un cuarto de hora más tarde, aparecieron diciendo que la cola era demasiado larga, por lo que buscamos un lugar para comer y el Monzón hizo presencia mojando el ambiente con intensidad durante casi media hora. Terminamos de comer y paró. Fuimos en dirección a la montaña, la cual se tarda un par de horas en subir –y la gente lo hace a todas horas–. Tras andar unos 300m por la carretera, sorteando charcos de agua y vacas tiradas, nos paramos frente a un estanque perteneciente al templo de Hanumaan – हनुमान्–. Un anciano se me acercó pintándome un tikah en la frente, el cual le agradecí con una moneda de 5 Rs. y me bendijo. Después de sacar alguna foto, nos pusimos en dirección a dicha montaña. Ni la subimos, pues se hacía tarde y empezaba a chispear.

Niños en Trimbakeshwar
Niños en Trimbakeshwar
Camino del coche, mientras esperábamos a que Akash comprara no sé qué leches, Stef y yo nos miramos al ver a una niña guapísima, vestida con harapos y algo que parecía ser un sucio vestido azul, que iba a reunirse con otros chavales. Había que retratarla, pero no nos atrevíamos, nos daba pavor. Se lo comentamos a Veeresh y Abhimanyu y se acercaron al grupo de niños para pedirles una foto, pues resulta que no es tan anormal. Seguía sin atreverme, pero Stéphane los retrató de distintos ángulos… os dejo una muestra. Impactante.

En las escaleras que nos llevaban a la montaña, ya comentamos algo con respecto a la pesadez de Akash en visitar todos los jodidos templos de la región y, sobre todo, el tiempo que les dedicaba. Subimos al coche y nos pusimos camino de otro pueblo, infestado de templos: Once, ni más ni menos. Stef desesperaba y tras algún que otro momento de tensión, entre templo y templo, con Akash cargando con botellas de agua de los distintos baños de los templos, el chófer nos acercó a la estación de autobuses de un pueblo vecino. No había autobuses a Pune, por lo que tuvimos que coger un auto rickshaw a la otra estación y un tipo nos ofrecía ir en coche por 180 Rs. por cabeza, y al decirnos dónde nos esperaba, otro con quien trabajaba nos ofreció el mismo viaje por 150 Rs. Aquí en la India cada uno pone el primer precio que se le pasa por la cabeza. El cansancio acumulado durante el viaje, los sentimientos de tristeza, angustia, incomodidad –por ser objeto de las miradas de la mañana– y culpabilidad –sin tener la culpa de tanta miseria– empezaban a afectarnos. La rabia por el egoísmo demostrado por Akash con sus tonterías hizo que Stef, sobretodo, desesperara.

Regreso

Finalmente volvimos en coche tras seis puñeteras horas de viaje. Parecíamos ir pisando huevos por la carretera y llegamos al campus a la 1.00am, 22.00 en España, por lo que nos perdimos la primera parte de los últimos partidos de liga. Stef, histérico.

Ha sido un primer contacto con la India "real" bastante violento, pero me aventuraría a decir que, sabiendo mirar más allá, existe la posibilidad de descubrir un país fantástico capaz de hacerte cambiar la visión del mundo. Se trata de una experiencia inolvidable, que, sin duda, recomiendo hacer.

Gracias, Stef, por prestarme las fotos que no tuve cojones de sacar ;)

sábado, 16 de junio de 2007

Día 4 - Plan de viaje

Sábado, pero no cualquier sábado. Aquí la gente trabaja igual, aunque los más "occidentalizados" –llamémosle morro– logran escaquearse.

Me levanto algo más tarde de lo normal, por lo que ya no tengo acceso ni al desayuno, ni al primer Tea Time. Por lo demás, todo igual: Trabajar con los cada vez más normales problemas de red y espacio de disco.

En el Tea Time posterior a la comida, oigo que en la mesa de al lado se comenta algo de ir a visitar no sé qué templo a no sé qué lugar. Al final, Stéphane y yo decidimos acoplarnos a la expedición: Coger un autocar esa misma noche y llegar a las cuatro de la mañana a Shirdi –ciudad en el mismo estado de Maharashtra–, y visitar así el templo de Sai Baba, uno de los 330 millones de dioses hindúes.


Pareja militar
Voy un segundo al laboratorio con la cámara en la mano y uno de los dos militares del gobierno encargados de la seguridad del centro que, en ese momento, aguardaban en la entrada, me dice: "One minute, sir, one minute." No entiendo nada. Veo que desaparecen uno detrás del mostrador y el otro en dirección al baño. Instantes más tarde, reaparecen el uno calzado y el segundo ligeramente más repeinado y con la gorra bien puesta: En efecto, querían un retrato; aunque al final tuvieron seis ;)
– Want to see you? –les pregunto enseñándoles cámara
Theenk-yuu, sir, theenk-yuu.

Sin embargo, después del snack deciden informarse en una agencia de viajes no muy lejana al campus, cogiendo Aundh Road a la derecha, donde unos metros antes de llegar, siempre pegado a la carretera, un cerro de cabras me llama la atención…

Al salir de la agencia, veo un puesto en el que parecen venderse conejos… que resultan ser las mismas cabras de hace quince minutos. Poco después de cenar, cogemos dos de los ya familiares auto rickshaws con dirección la estación de autobuses.

Son las 22.30, no hay letreros en inglés, únicamente en hindi. Decenas de personas, de todas las edades, solitarias, en pareja o familias tumbadas de cualquier forma y por doquier, encima de mantas, alfombras o cartones, todo ello dispuesto, sin ningún tipo de orden, en el mismo suelo de la estación.

El bus está lleno, por lo que optamos esperar al siguiente, de las 23.30. Otro choque cultural es la reacción de la gente al asomarse al arcén el morro de un autocar. La gente sale disparada, cual estampida, para no quedarse sin sitio: Se trata de la regla del FCFS (First Come, First Served).

Curiosidades indias - "Breaks"

Una de las cosas que más me ha sorprendido al llegar aquí es la cantidad de pausas que hacen durante el día.

Por lo general, tienen únicamente uno, máximo dos, seminarios al día, así que el resto del tiempo está consagrado al estudio, que está "únicamente" interrumpido por los sagradísimos breaks:
  • 9.00am: Breakfast;
  • 11.00am: Tea Time;
  • 1.00pm: Lunch;
  • 3.45pm: Tea Time;
  • 6.00pm: Snack;
  • 8.00pm: Dinner.
¡Si es que aquí la gente no para de comer! No hay forma de seguirles el ritmo. Todo hay que decirlo, agüita con el té: Color café con leche, está hecho a base de hierba de té seca, agua y leche. Le añades azúcar a tu gusto… et voilà ! Riquísimo ^^

viernes, 15 de junio de 2007

Día 2

Menuda nochecita de calor. Una noche húmeda, sin duda. No me queda más remedio que tener que acostumbrarme a acostarme sudando y despertarme sudando incluso más, xD Una cama bastante cómoda, cubierta con una mosquitera enorme: No hay bicho que se atreva a cruzarla.

Para desayunar, a las 9h00, una especie de bolas de arroz –de nombre impronunciable, de momento…– cubiertas por una salsa hecha a base de verduras… Obviamente, todo ello bastante picante. Además, un zumo de limón, cuyo precio conjunto eran 7 Rs. (0'13€). Por el momento –toco madera– no me he visto afectado por malas digestiones y consecuentes escapadas al baño.

A las 10h00, primer seminario: Microquasars. Me dormía… ¡necesito mate! Hasta ahora no he encontrado el modo de hervir agua y la cabeza me va de un lado a otro.

A las 13h00 nos pusimos a comer: algo así como una paella india –Masala Bhath– típica de la región –Maharashtra–, acompañada de distintas salsas de distintos colores. Era como comer de la paleta de un pintor. Todo riquísimo, una vez más. Aunque cuando se te duerme la lengua, a veces no distingues los sabores ;D

Por la tarde trabajamos y a las 19h00 cogimos un par de auto rickshaws hasta Parihar Chowk Market –lo que viene a ser el "mercadillo del cruce Parihar" (¿?)–. Fuimos básicamente a comer/comprar fruta en puestos pegados a la carretera: Las condiciones higiénicas no son muy allá, y las frutas de lo más curiosas. Enormes y verdes cocos, que bebes allí mismo antes de zampártelo, piñas, jambuls –una fruta algo más grande que una cereza, del mismo color, pero amarga que lo flipas–, mini-plátanos, mini-mangos, macro-papayas, …

Y al volver nos pegamos un banquete frutal, sí, momentos antes de que vinieran a decirnos que iban a cortar la electricidad del centro, por lo que después de recoger nuestras cosas en el laboratorio, nos fuimos cada uno a su habitación.

jueves, 14 de junio de 2007

Día 1 - Primer contacto

Mumbai - मुंबई- मुम्बई
Coordenadas: 18'96º, 72'82º

Al salir del aeropuerto de Mumbai, ya con el equipaje sin extraviar, recibo una húmeda bofetada de calor que me deja semi-tonto. Intento reconocer mi nombre en algún cartel, papel o cartón de K. K. Travels, pero no lo consigo.

Decido preguntar por la oficina de la agencia hasta que consigo llegar. Dicha "oficina" estaba formada por cinco hombres –hindús, obviamente–, junto a dos coches y una furgoneta, sentados en el suelo del aparcamiento del aeropuerto. Al verme, uno de ellos me pregunta si me dirijo a Pune, a lo que respondo con un ensayadísimo "yes" y asintiendo, a su vez, con la cabeza, no fuera a ser que las horas de entrenamiento hubieran sido escasas. La movida, según me comenta, es que el autocar está completo, por lo que me toca esperar al de las 15h00. Opto por pedirle la hora: "Twelve o'clock". No sé qué expresión me vieron reflejada en la cara, que me ofrecieron la posibilidad de pedir un coche, y, cansado de tantas horas de vuelo, acepto inconscientemente mientras configuraba la hora del móvil.
Me insisten en que pague una vez me haya sentado en el coche y en caso de que se me soliciten unas "booking taxes" diga que ya me las han pagado. El timo estaba anunciado ; y vaya si me timaron…

Camino de Pune

Cinco minutos después estábamos en marcha. Llevaba un tiempo pensando que estaba psicológicamente preparado para el choque cultural, de contrastes y pobrezas que no iba a dejar de ver desde que pisara las tierras hindúes y no andaba muy equivocado, teniendo en cuenta que es un poco más espectacular –por decirlo de alguna manera– verlo en vivo.
Ya en la autopista me percato de lo que debe ser –y es…– un vicio típico hindú: Tocar la bocina cada dos por tres. Bocinazo por detrás, por los laterales, por delante, bocinazos de motocicletas, de coches, … Bocinazos viniendo de todas partes, aunque, eso sí, ni una mala cara. No sé si será el carácter hindú o el sofocón que hace…
Me choca el anárquico comportamiento en la misma autopista: viandantes, bicicletas, auto rickshaws, turismos, camiones, autobuses con las puertas abiertas –para combatir el calor–, gente viviendo junto a ésta como quien vive en la orilla de un río, gente descalza y otra calzada, vestida con harapos y mejor vestida, … Pero ellas –y acentúo el "ellas"– vestidas con saris de todos los colores conocidos y por conocer, reflejando en todo momento elegancia y sensualidad.

Hasta el momento, me impacta la imagen de dos niños jugando al borde de la autopista con una cometa de plástico y cartón, en el que el primero se la echa al vuelo al segundo, antes de dirigirse corriendo hacia su compañero.

De repente, un coche en nuestro carril que se acerca en dirección contraria y habla con el conductor. Le pregunto qué sucede y me contesta: "accident". "Joder, ya la hemos liado". Y prácticamente, pues entre tanto caos, el conductor decide cambiar el sentido de la marcha, a lo que nos imitan coches y autobuses. Instantes más tarde, cuando todo parecía haberse encaminado, empieza a caer el mismísimo diluvio universal.

"¡No llegamos a las 15h00 ni de coña!"

Entrada al laboratorio del NCRA.


Afortunadamente, fueron exageraciones mías, pues dejó de llover al poco tiempo. La cabeza se me iba de un lado a otro, como consecuencia de toda la fatiga acumulada, ¡pero al cabrón del conductor también!

Después de varios centenares de bocinazos, y cerca de las 15h30, llegábamos al departamento de la NCRA de Pune University: Mi casa durante los próximos dos meses.


Pune - पुणे
Coordenadas: 18'53º, 73'85º

Una vez firmados unos papelillos, me hacen entrega de las llaves de mi habitación: Una habitación enorme, con un recibidor con cuatro sillas –evolucionadas casi hasta el punto de parecer sillones– de madera.

No paran de presentarme a gente de distintos rincones de la India y, además, un polaco y una rusa. Todos ellos físicos enamorados de la astronomía. Después de una reunión-merienda organizada por y para la escuela quedamos para ir a cenar a un restaurante de la ciudad.

A las 19h00 nos ponemos en camino, echamos a andar y vamos parando todo auto rickshaw libre que pasa junto a nosotros, regateando el precio hasta el restaurante. Después de andar casi medio kilómetro por la carretera, nos coge uno por 45 Rs. –véanse 0'83€–.

… Y vaya con el restaurante. Qué rico. Tras insistirnos una de las compañeras en que en la India se comía con las manos, así que debíamos comer con ellas o, por lo menos, intentarlo: Y así se hizo. Nos hinchamos a comer cosas que no sabría ni nombrar, ni describir, aunque sin terminar la boca me ardía considerablemente. Nos salió a algo menos de 2'5€ por cabeza ¡y estaba bonísimo! :D