domingo, 17 de junio de 2007

Día 5 - Mezcla de sensaciones

Shirdi
Coordenadas: 19'77º, 74'48º – Altitud: 504 m


Llegamos a las cuatro de la mañana, como habíamos previsto, sin haber pegado ojo –unos lo teníamos más previsto que otros–. Nos ponemos en búsqueda de una habitación en alguno de los hoteles junto a la autopista. Son las 4h00 y hay "vida" en la ciudad: Una peluquería abierta y un cliente atendido, familias enteras, madres e hijas, todos ellos yendo de un lado a otro. Gente durmiendo del mismo modo que en la estación, solo que esta vez frente a las puertas de (¿sus?) puestos y locales, en camiones, siempre al borde de la autopista.

Preguntamos en un hotel, "full"; otro, lleno; un tercero, un cuarto, un quinto, … Nada que hacer, todo completo. Decidimos cambiar el sentido de la marcha, en dirección a la estación de donde venimos y la gente se vuelca hacia nosotros, nos ofrecen incluso sus propios baños y duchas para asearnos.

Al final, Abhimanyu, Veeresh y el paleto de Akash se dejan llevar por un tipo que nos lleva a una especie de baños públicos donde nuestros "tres guías" optan por ducharse. Stef y yo tuvimos la grata idea de asearnos justo antes de salir, por lo que nos sentamos frente al local y empiezo a escribir en la libreta. La gente nos mira con curiosidad y, desde los baños, nos fotografían.

La gente deja sus pertenencias en puestos en la calle: Al parecer no está permitido el acceso al templo con "equipaje" del estilo, ni tampoco con cámaras, por lo que los dos extranjeros decidimos esperarles fuera, junto con sus pertenencias.

Mezcla de sentimientos y emociones

Durante las más de dos horas de espera, las emociones que sentimos Stéphane y yo fueron varias y muy distintas, que se vieron ampliadas a lo largo de todo el día, hasta volver al campus.

En un momento nos vimos rodeados por cientos de moscas y un perro y luego otro se acercaron a husmearnos: Se nos anunciaban la angustia y el malestar que íbamos a sentir hasta el regreso de nuestros acompañantes.

Nos observaban de arriba abajo al pasar, girando las cabezas después de adelantarnos. Podíamos escuchar susurros e incomprensibles comentarios que se hacían los unos a los otros. Decenas de niños insisiten en vendernos estatuillas y una suerte de "cromos" de Sai Baba, pulseras, colgantes, … Otros, no tan niños, se vienen directamente con la mano extendida.

Se acercan una niña de unos tres años y un niño un par de años mayor balbucenando algunas palabras. Llevan el pelo muy corto, ella viste con harapos, mientras que él está semidesnudo. Parecen hermanos y juraría que pertenecen a los dálits o intocables, que en el sistema de castas indio, se trata de la más inferior de todas, llegando al punto de, por algunos, ni siquiera ser considerada como tal. Intento no hacerles caso y escribir, incapaz, en la libreta cuando, de repente, ella se agacha y me toca la abarca. La carne se me pone de gallina. Dos veces, tres e incluso cuatro veces. Maldigo el momento. Me avergüenzo por reaccionar escapándome de ellos. Un anciano barbudo decide imitarles. Estoy rodeado. Voy de un lado a otro de la calle peatonal, pero no logro deshacerme de ellos. Me siguen, pegados, balbuceando, rascándose el pelo, las piernas… Una mujer decide probar más suerte reemplazando así al anciano que acaba de desisitir. Me quiero morir… ¡Tierra trágame!

No puedo dejar de simular concentrarme en la libreta. Me siento como un dispensador de jodidas rupias averiado, sin haber soltado ni una sola. Me siento como un cabrón, un hijo de puta sin sentimientos.

Son las 6h44, ya ha amanecido y cada vez son más los voyeurs. Un hombre arrastrándose con los brazos, tendido sobre sus piernas –unos muñones a la altura del muslo– encima de un tablón de madera sobre ruedas. La pareja de niños vuelve a pasar, han recaudado un par de monedas. Un anciano les sigue por detrás, pidiéndoles limosna. Se me pasan mil cosas por la cabeza. No puedo reaccionar.

Sin ningún afán de ateísmo, ni ánimo de ofender a nadie, en caso de que fuera creyente, me preguntaría cómo Dios tiene los cojones de permitir esto. Y eso que llevo cinco días en este país.

Se acerca un grupo hindú, joven y bien vestido:
— Austrialian? English?
— No, Spanish… And he's French.
— Oh, nice.
Y se van sonrientes…

Otro más:
— Stranger, stranger.
— Uhm?
— Stranger, stranger.
— From where? —me pregunta otro.
— Spain…
— Oh, Málaga! —contesta otro más.
— Jaja, Málaga?
— Yes, Málaga bars.
— Nice :D

Se acerca un tercer grupo:
— Hi.
— Hello…
— Which country?
— Spain and him from France.
— Oh, and do you like India?
— We're working in Pune and I really liked what I saw until now :)
— Oh, thank you…
— Well, I'm ???. What's your name?
— Pepe, nice to meet you.
— Nice to meet you, too.
Y nos presentamos con otros tres acompañantes. Tras despedirnos, se les une otro grupo de jóvenes y nos miran sonriendo hasta desaparecer al doblar la esquina del templo de Sai Baba.

Comida hindú
Desayuno
Poco después llegaron, les contamos lo que nos acababa de pasar y fuimos a desayunar a un restaurante "familiar", por llamarlo de una manera.
Baño repugnante
Baño repugnante
Se me ocurrió ir al baño para asearme un poco. Nunca antes vi baño igual: Un habitáculo de apenas metro cuadrado, iluminado únicamente por una bombilla semi-fundida y sin cadena. Hubo una época en que fue de color blanco, pero parecían haber pasado décadas por la cantidad de mierda impregnada en las paredes y el suelo, transitado por media docena de cucarachas. Olor náuseabundo mezcla de heces y orina con la humedad del lugar… Terrible. Al salir, le pregunté a Stef si tenía cojones de ir a sacarle una foto y así lo hizo… Cabe decir, que al ser en blanco y negro y con flash parece bastante más "artístico" de lo repugnante que era en realidad.

Al salir, contratamos un chófer para que nos llevara a Nasik, Trimbakeshwar y pueblos de alrededor.

Nasik - नािसक
Coordenadas: 20'02º, 73'5º – Altitud: 569 m

Durante las dos horas de camino pudimos ver a todo tipo de gente en pueblos que ibamos pasando, mujeres y niñas cargando bolsas y recipientes sobre la cabeza, pastores de cabras y/u ovejas, … Aproveché para dormir un rato, despertándome de vez en cuando con algún que otro cabezazo contra la ventana, pues la carretera no era del todo firme, que digamos.

Ya en Nasik, el chófer aparcó frente al templo de Mukti Dhaam, al que esta vez sí pudimos entrar. Tuvimos que dejar el calzado en un puesto que había en un lateral, bajo la sombra de unos árboles. Una vez en su interior, una campana en la entrada, colgada a dos metros y medio del suelo, que los creyentes tocaba al entrar. Una sala considerablemente grande con, al fondo, detrás de una vitrina, tres series de tres dioses. Tres puertas daban acceso a dos pasillos recorriendo decenas de dioses dispuestos detrás de vitrinas. Todos y cada uno de ellos eran rezados. Al doblar la tercera esquina, un último Dios, detrás de un muro, puesto que las mujeres no tenían derecho a verlo. Al salir, una niña y un niño se acercan con la mano extendida, esta vez para estrecharla, acompañada de una sonrisa y un "Hello! Hello!". Les estreché la mano con un "Hello, good morning!". Y desaparecieron riendo. Recuperamos nuestro calzado y el más joven nos preguntó de dónde éramos y, posteriormente, cómo nos llamábamos, no nos dio tiempo a contestar cuando su padre le dio un tortazo en la cara. Se me abrieron los ojos. Y justo llegó la anterior pareja de niños y ella me pregunta mi nombre:
– Pepe, and yours? –pregunto.
– Ashna!
– You have a beautiful name, Ashna.
Después de darme las gracias fue corriendo, algo ruborizada, a quien parecía ser su madre diciéndole algunas palabras, de las que pude rescatar mi nombre "Peeepee". Debía hacerle gracia :)

Trimbakeshwar

Coordenadas: 17'67º, 75'33º – Altitud: 720 m


Volvimos al coche y casi una hora de viaje hasta Trimbak, un pueblo "cerca" de Nashik, conocida por su templo hindú, Trimbakeshwar. Al bajar, un olor bastante fuerte a heces y orina de cabras, al cual nos acostumbramos en apenas unos segundos. Seguimos un sendero y llegamos a la plaza del pueblo, en el que había decenas de puestos de comida, restaurantes, accesorios, ofrendas para los dioses … y gente que vendía sentada en el suelo.

Trimbakeshwar
Calle de Trimbak
Nos pusimos en la cola de la entrada al templo, la gente nos miraba con caras más cómicas y sonrientes, lo cual me aliviaba considerablemente.
हनुमान्
Templo de Hanumaan,
Trimbak
Al descalzarnos para entrar, un cartel prohibía la entrada a toda persona no hindú, por lo que Stéphane y yo fuimos a curiosear por los puestos, esperando a que salieran. Un cuarto de hora más tarde, aparecieron diciendo que la cola era demasiado larga, por lo que buscamos un lugar para comer y el Monzón hizo presencia mojando el ambiente con intensidad durante casi media hora. Terminamos de comer y paró. Fuimos en dirección a la montaña, la cual se tarda un par de horas en subir –y la gente lo hace a todas horas–. Tras andar unos 300m por la carretera, sorteando charcos de agua y vacas tiradas, nos paramos frente a un estanque perteneciente al templo de Hanumaan – हनुमान्–. Un anciano se me acercó pintándome un tikah en la frente, el cual le agradecí con una moneda de 5 Rs. y me bendijo. Después de sacar alguna foto, nos pusimos en dirección a dicha montaña. Ni la subimos, pues se hacía tarde y empezaba a chispear.

Niños en Trimbakeshwar
Niños en Trimbakeshwar
Camino del coche, mientras esperábamos a que Akash comprara no sé qué leches, Stef y yo nos miramos al ver a una niña guapísima, vestida con harapos y algo que parecía ser un sucio vestido azul, que iba a reunirse con otros chavales. Había que retratarla, pero no nos atrevíamos, nos daba pavor. Se lo comentamos a Veeresh y Abhimanyu y se acercaron al grupo de niños para pedirles una foto, pues resulta que no es tan anormal. Seguía sin atreverme, pero Stéphane los retrató de distintos ángulos… os dejo una muestra. Impactante.

En las escaleras que nos llevaban a la montaña, ya comentamos algo con respecto a la pesadez de Akash en visitar todos los jodidos templos de la región y, sobre todo, el tiempo que les dedicaba. Subimos al coche y nos pusimos camino de otro pueblo, infestado de templos: Once, ni más ni menos. Stef desesperaba y tras algún que otro momento de tensión, entre templo y templo, con Akash cargando con botellas de agua de los distintos baños de los templos, el chófer nos acercó a la estación de autobuses de un pueblo vecino. No había autobuses a Pune, por lo que tuvimos que coger un auto rickshaw a la otra estación y un tipo nos ofrecía ir en coche por 180 Rs. por cabeza, y al decirnos dónde nos esperaba, otro con quien trabajaba nos ofreció el mismo viaje por 150 Rs. Aquí en la India cada uno pone el primer precio que se le pasa por la cabeza. El cansancio acumulado durante el viaje, los sentimientos de tristeza, angustia, incomodidad –por ser objeto de las miradas de la mañana– y culpabilidad –sin tener la culpa de tanta miseria– empezaban a afectarnos. La rabia por el egoísmo demostrado por Akash con sus tonterías hizo que Stef, sobretodo, desesperara.

Regreso

Finalmente volvimos en coche tras seis puñeteras horas de viaje. Parecíamos ir pisando huevos por la carretera y llegamos al campus a la 1.00am, 22.00 en España, por lo que nos perdimos la primera parte de los últimos partidos de liga. Stef, histérico.

Ha sido un primer contacto con la India "real" bastante violento, pero me aventuraría a decir que, sabiendo mirar más allá, existe la posibilidad de descubrir un país fantástico capaz de hacerte cambiar la visión del mundo. Se trata de una experiencia inolvidable, que, sin duda, recomiendo hacer.

Gracias, Stef, por prestarme las fotos que no tuve cojones de sacar ;)

4 comentarios:

Anónimo dijo...

me pasaré por aquí. jo, pepe, nos tendrás que contar tantas cosas a tu vuelta. y qué ganas de que escribas más y más. me alegro que dentro de lo que cabe estes bien y sí, sin duda, es una experiencia.


cuídate mucho!


mua!!

Anónimo dijo...

Friki! Sacate las 2 carreras o te parto la cara!

Anónimo dijo...

Un placer leer tu diario, que increibles experiencias y si... el choque cultural... que fuerte. Suerte con el agua pa' el mate! y a ver si te publicas algunas recetas...besos desde la cité

Unknown dijo...

hola Pepe, que dotado narrador eres. O quizas leer castellano tiene tan effecto.
Paso "intocables" no es una raza sino una casta.
Si eres un hijo de puta, no lo se (joke) sino soy cierto que no eres un cabron. Rechazar a quien te pide es muy dificil pero te debes de hacer asi ya que si no, acabas de la cual manera que ya experimentabas. Vivia una experiencia similar en Maruecos y siempre fue severo con los mendientes especialmente los ninos. Mientras que, por tiempos, le daba dinero a los viejos necesitados. Ya que ninos tienen familias asi que le has visto mientras que quizas viejos son solos ya que sino no estarian mendigando.