sábado, 23 de junio de 2007

Día 10 - Cancelado

Al final, ni GMRT, ni Khodad[gaon], ni Narayangaon; y eso que el madrugón me lo he pegado igual. Parece que la única novedad ha sido el fichaje de Henry por parte del Barça.

Como ya había comentado en la última entrada, el plan de hoy era madrugar para pasar el día –y la noche– en el GMRT, 80 km al norte de Pune. Después de uno de los tan comunes "banquetes frutales" que tanto hacemos y, personalmente me encantan –probé dos frutas nuevas: guava y chiku– y de editar una foto de grupo del NCRA, me disponía a volver a mi habitación cerca de la 1am cuando, de repente, el Monzón empezó a escupir más de lo que había visto hacer desde mi llegada. Parecía un episodio bíblico. Bueno, vale, exagero un poco, ¿y qué? Ahora tengo claro que uno no puede fiarse de un soleado amanecer en la India…

No me quedó otro remedio que esperar a que menguara, solo que las 6am –hora de despertar– estaban cada vez más cerca. La guapísima y siempre sonriente Rama, diminutivo de Ramadevi, que se vuelve esta tarde a su ciudad, cerquita de Bangalore, comenzó a repartir uno de sus magníficos tesoros: ¡Chocolate Cadbury con almendras! ¡Y luego con Rice Krispies! Pero qué rico, por el amor de Dios. Luego estuvimos hablando un rato de temas diversos, mientras miraba por la ventana a ver si se calmaba un poco la cosa, pero nada.


Sapo @NCRA
Sapo@NCRA
"Pepe, have you got your camera?", me preguntó Rama al cabo de un rato. "Coño, una frog!", un sapo, mejor dicho sapito, debajo de la mesa. Y es que no sé por dónde diablos entrarán, como no sea por debajo de la(s) puerta(s) –que me extrañaría un rato–… La cuestión es que, de vez en cuando, vienen a hacernos alguna visita brincando de un lado a otro de la sala.

Finalmente, cerca de las 2am, me rajé de tanta espera, pero sobretodo del tiempo de sueño que estaba perdiendo, por lo que me despedí de Rama hasta una próxima vez –pues seguro que la habrá ^^– y Rahul y Dipan –también conocido como The Kid– decidieron volver conmigo, refugiados los tres bajo mi paraguas. Una auténtica odisea. De hecho, no sé ni cómo llegué a salvo después de esos… Hmm… ¿cien? metros hasta la residencia. ¿Cien? metros, la mitad (¿cincuenta?) cuesta arriba, con esos torrentosos barrizales de agua cubriéndome por los tobillos, y los otros dos agarrados uno a cada brazo. No nos matamos de milagro. Y llegué, sí, y lo primero que hice fue frotarme bien pies y piernas con agua y jabón.

Me despierto a las 6h05 y voy directo a la ducha –sí, vale, los cubos de agua– y preparo un poco la mochila para la excursión. Stef llama a mi puerta a y veinte y comenta el temporal de anoche, esperando que ello no supongo ningún problema para el viaje y, básicamente, nuestra estancia allí, en el campo.

En resumidas cuentas, el problema fue que nos encontramos diez personas –unas abarcaban más que otras– metidas –esto… ¿He dicho metidas? Perdón, quise decir embutidas– en un 4x4 a falta de otras dos. Indian management, supongo, pues teniendo en cuenta que hay un jodido autocar de la NCRA únicamente para ir hasta el GMRT, no sé cómo se les ocurre ir tantos y, sobretodo, tan apretados en un solo coche. O eso o que no quisieran que fuéramos, pues al final Stef y yo dijimos que podíamos ir en otro momento, pues nuestro trabajo allí –sacar fotos, básicamente– podía esperar.

Vamos, que al final nos hemos quedado en el campus, un día más. Lo único que esta vez iremos a pasar la tarde a la ciudad. Uy, ahora mismo me comería uno de esos enormes cocos verdosos…

No hay comentarios: