martes, 3 de julio de 2007

Día 20 - Ups…

Cierto que haya estado unos días sin escribir, pero entre el trabajo y que he estado un poco enfermo, ni me ha sido posible ni me ha apetecido verdaderamente, la verdad.

Old Pune

A decir verdad, en estos últimos diez días, cambios globales no es que haya habido muchos. El martes de la semana pasada, Sanhita, Chris y yo fuimos a Old Pune a curiosear un poquillo. El auto rickshaw nos dejó en Laxmi Rd. y, una vez allí, nos pusimos en marcha, cámara en mano. No andamos ni veinte metros cuando vi un puesto de irresistibles cocos… Visto la cara que debí poner, Sanhita propuso, riendo, tomarnos uno cada uno. Obviamente acepté: ¡Riquísimo!

Al cabo de un rato, llegamos a una tienda de textiles y, menos mal que Sanhita nos hacía de intérprete, nos dijeron que hacían ropa a medida, lo cual nos pareció bastante curioso. Tras un cruce de algunas –incomprensibles– palabras en hindi, cada prenda nos salía por unas 150-200 Rs., dependiendo de la tela escogida, más un suplemento de mano de obra. Vamos, que por 4-5€ teníamos camisetas y pantalones de algodón a nuestra medida. ¡Genial! No pudimos resistirnos y después de tomarnos las medidas cayeron kurta (camisetas) y pajama (pantalones, que no pijamas) : ) que podíamos pasar a recoger al cabo de tres días.

Terminamos yendo a cenar a un restaurante-mercado o mercado-restaurante o… En realidad no sé cómo explicar lo que era, pero la cuestión es que estaba bastante rico y nos hinchamos a comprar pastitas dulces típicas del país. Al volver, caí rendido en la cama.

Fiebre

Al despertar, la cabeza me daba vueltas y fui a desayunar y, posteriormente, trabajar un poco. No me encontraba muy allá, a decir verdad. Durante la comida, más de lo mismo, por lo que decidí ir a mi cuarto a descansar un poco. Dos horas más tardes, me encontraba con 38º y al final de la tarde llegaba a tener 39º. Sanhita y Nadia decidieron llevarme al hospital.

Tras esperar a que el chófer del NCRA terminara de cenar, nos pusimos en marcha y llegamos bastante rápido. Entré directamente en la diminuta consulta, formada por una mesa y una camilla de cuero negro que hacía a su vez de cajonera dividida por una cortinilla beige-oscura con ignoro si eran dibujos o suciedad… Más que una consulta parecía un puesto, un tanto sucio, de la Cruz Roja en medio de alguna playa. No entendía absolutamente nada de lo que me decía o intentaba decirme aquel médico, por lo que no tuve más remedio que recurrir a Sanhita por enésima vez. «Poison food», decía el tío. ¿Que han intentado envenenarme o que algo me había sentado mal? Sí que acojonan los angloparlantes, macho. Al final, inyección de anti-inflamatorio en el culo, una receta con cuatro medicamentos y pa' casa. Mientas esperaba en la sala de espera a que fueran a la farmacia, dos tipos en información se reían con una canción en el móvil. No sabía si eran alucinaciones mías o, efectivamente, estaban escuchando la canción de Papi Chulo. Sí, la estaban escuchando: Me quería morir. Una vez en casa, me tomé una manzana y de nuevo a la cama.





No hay comentarios: